Lentamente, demasiado lentamente
tal vez, la cultura financiera crece en nuestro país. En especial, durante los
últimos años, ligada a tendencias como el gobierno corporativo, las fintech y
procesos como MiFID II. El sector de las finanzas se pone las pilas en un
entorno cada vez más competitivo con el impulso de una banca con exceso de
equipaje. En paralelo, aparece un cliente cada vez más exigente, acostumbrado a
recibir más y mejor información que sus padres, y que no se conforma con ganar,
sino que quiere entender qué, cómo, cuándo, dónde, quién y por qué gana.
En este escenario, el perfil
profesional cada vez va más ligado al del maestro que dice a sus alumnos: Mi
función no es enseñaros sino daros las herramientas para que aprendáis. Y en
este contexto se ponen cada vez más en valor la experiencia, la formación
continua, la acreditación de los conocimientos y la recomendación del usuario
satisfecho. Dicho esto, partimos de lo básico cuando asumimos que cuando el
ciudadano se acerca al asesor financiero independiente no se trata de una
persona especializada en contabilidad, fiscalidad o construcción de carteras,
sino que es el convencimiento personal lo que le lleva a convertirse en
inversor por el simple hecho de querer sacar mayor partido a sus recursos.
Un día cualquiera una persona de
mediana edad con la que todos nos podemos identificar, pongamos que se llama
Rosario, se da cuenta de que no sabe qué capital tiene entre la casa heredada
en la que vive, un par de cuentas corrientes o depósitos y que desconoce su
capacidad de ahorro tras cobrar la nómina y pagar el préstamo del coche, el
agua o la luz. Y que no tiene ni la más remota idea de cómo funciona eso de
invertir para sacarle partido a su capital.
Cómo conocerse mejor
Por ello, un buen ejercicio antes
de acercarse a su asesor financiero será que Rosario saque números en una
servilleta o en una hoja excel, cada uno con lo que mejor se aclare, sobre los
ingresos y gastos que genera al mes, trimestre, semestre o año. Esto le
permitirá conocerse mejor y, sin darse cuenta, entenderá que lo que se hace en
una empresa cotizada en bolsa es exactamente lo mismo pero con más ceros
detrás. El ejercicio es simple.
Primero anotamos los ingresos, en
su caso la nómina, y puesto que no le constan más ingresos dado que la casa ya
es suya empezamos a restar los gastos como el préstamo, el gas, el agua, la
luz, lo que gasta en comida, transporte, etc. Esto es lo que en la empresa se
llama la cuenta de resultados y que empieza por el ingreso en concepto de
ventas, tras el cual viene un via crucis de gastos como el coste de materias
primas, los gastos de comercialización, de distribución, los salarios, los
suministros o impuestos, y que acaba en el beneficio neto, que en el caso de
Rosario podría asimilarse con su capacidad de ahorro para el periodo estudiado.
Una vez con la cuenta de
resultados de Rosario en la cabeza sería un buen momento para seguir conociendo
su posición patrimonial y financiera con el análisis de lo que en la empresa
identificamos como balance, y que no es más que el control en dos columnas del
activo, lo que es convertible en dinero, y del pasivo, de dónde sale el dinero
para pagar ese activo.
En la columna de la izquierda se
anotan por ejemplo los conceptos como la casa o el coche, y en la de la derecha
los fondos propios que se corresponden al valor de la casa o el préstamo del
coche. Siempre cuadra, ganes o pierdas dinero. Si no cuadra es que está mal
hecho. El balance, por ejemplo, es útil para conocer si la situación de Rosario
o de la empresa en cuestión es de apalancamiento, es decir, la capacidad de
Rosario o de la empresa para hacer frente a sus obligaciones de pago a corto y
largo plazo.
Entender las diferentes opciones
de inversión
Con los deberes hechos, y lo
aprendido por el camino, será mucho más fácil entender las diferentes opciones
que tenemos para invertir como los bonos corporativos que emiten las empresas o
los vehículos de inversión de renta variable constituidos por acciones de
empresas cotizadas, con su cuenta de resultados y su balance debidamente
estudiados por nuestro asesor financiero independiente de confianza.
Finalmente, el último apunte lo
dedicaremos a la praxeología, o lo que es lo mismo, tener por costumbre
preguntarnos ante las diferentes situaciones de la vida, esto a quién
beneficia. Solo así, y con mucho trabajo, Rosario será capaz de acercarse a la
independencia financiera deseada en la que entienda qué, cómo, cuándo, dónde,
quién y por qué gana cuando invierte.