Es ley natural que el
asesoramiento financiero surge previamente a los profesionales especializados
en dicha materia antes que los títulos que los acreditan y antes que las leyes
que los regulan. Un claro ejemplo de necesidad que acaba generando su propio
sector. Para aconsejar a inversores como el matrimonio de pastores que discute
si será mejor comprar con las diez monedas ahorradas una vaca y esperar a que dé
leche y críe; o bien destinarlas a alquilar una parcela para cultivar, eso si
no les pasa como a mucha gente que conozco que en lo que están pensando es
fundir el oro y enterrarlo con la excusa que las vacas y las parcelas hoy dan
poca rentabilidad para el riesgo que conllevan.
En cualquier caso, hablamos de
decisiones importantes y sobre todo de carácter personal porque dependen de su
horizonte temporal, de su adversidad al riesgo o de su capacidad de generar
recursos, y porque lo que para ellos será una decisión acertada para otros
puede resultar insuficiente o incluso inconveniente. Si bien con la extensión de la
democratización de la cultura financiera cada vez más el pequeño inversor se
hace las preguntas que sólo cincuenta años atrás estaban reservadas a unos
pocos, y con esa creciente demanda de
servicios de asesoramiento el sector financiero se amplía con nuevos
profesionales y nuevas herramientas para dar el mejor servicio posible.
Las nuevas generaciones se
incorporan de manera natural al mercado laboral y con ellas su manera de ver
las cosas, su imaginario, con una mentalidad global en constante evolución y
con un aspecto que marca la nueva tendencia, la familiaridad con la tecnología.
Basta con observar los últimos años para constatar que esto ha provocado tres
efectos directos: el reciclaje de cada vez más profesionales senior, la mayor
accesibilidad a la formación de los clientes y la creciente convergencia de la
tecnología con las finanzas. En definitiva, un cambio sustancial en lo que se
refiere a las cosas como las conocíamos hasta ahora.
Sobre esto me gusta matizar que
las nuevas tecnologías lo cambiarán todo, sin duda, pero que todo lo que
cambiarán será menos espectacular de lo que a muchos les gustaría. Por un lado,
es acertado valorar la incursión de las finanzas en la tecnología, o viceversa,
como un factor positivo. Por el otro, no hay que perder de vista que por muy
veloz que sea el procesamiento de datos esto debe de tener un propósito y el
principal problema del Big Data es el mismo que el de la productividad de
nuestra economía, la diferencia entre calidad y cantidad.
Los próximos Deep Blue seguirán
siendo un espectáculo por ver si logran batir al próximo Gary Kaspárov pero de
nuevo será el encuentro cara a cara el que marcará la diferencia porque es como
las personas valoramos en última instancia. Esto último es fácil de entender
por la necesidad de mirarnos a los ojos y firmar el contrato psicológico previo
a cualquier relación comercial basado en la confianza.
Decisiones conscientes
En todas las facetas de la vida
realizamos, consciente o inconscientemente, una valoración rápida de los pros y
contras, de los posibles beneficios y las consecuencias que nos aporta hacer o
dejar de hacer algo. Y si no pasamos por este proceso no podemos tomar
decisiones conscientes. Para ello necesitamos acceder a la información y
entenderla. El papel del asesor financiero es ser esa cara y esos ojos que nos
expliquen qué comisiones hay y en concepto de qué, que le transmita al inversor
que sus intereses están alineados. La experiencia y los conocimientos se tornan
clave en un sector en el que todo esto está pasando.
El tiempo que todos los
ahorradores no le pueden dedicar a gestionar su patrimonio es por lo que se
pagará una tarifa a un profesional que lo haga en su lugar. Mirarse a los ojos,
entender quién es quién y qué se espera. El asesor financiero no habla sólo de
números o se ocupa de transacciones, el asesor financiero que busca el inversor
de hoy en día conoce sus necesidades y se preocupa de cumplir con sus
expectativas. Las relaciones personales cobrarán si cabe más importancia a
medida que incrementemos el uso de las tecnologías en el sector financiero.