Si hay un término que en 2016
está tomando relevancia, afortunadamente, es el de cultura financiera. Bastante
a menudo tan conocida como la cultura minoica entre la mayoría de la población,
de eso que te suena, sin duda nos será de mucha utilidad a lo largo de nuestra
vida. Desde el niño que compra dulces en el quiosco de la esquina con su paga
semanal, pasando por la chica que contrata un seguro para el viaje de fin de
carrera con su primer sueldo o el señor que compra un local en el barrio para
abrir una frutería.
Todos ellos están aplicando la
cultura financiera a sus transacciones y podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que a más cultura financiera su capacidad para percibir y medir el
valor que reciben a cambio de su dinero será mayor, por lo que será más difícil
que puedan equivocarse a igual nivel de riesgo. Preguntarnos para qué sirve la
cultura financiera es como preguntarnos para qué sirve saber sumar y restar. Es
una pregunta que se responde sola.
Compramos una casa, vendemos un
coche, cobramos un sueldo, pagamos impuestos, recibimos una herencia,
contratamos un préstamo o compramos acciones de una cooperativa. Todos pasamos
a lo largo de nuestra vida por alguna de estas,
y algunos por todas. La realidad es que la creciente complejidad de los
productos financieros y la velocidad con la que los agentes del mercado se
relacionan exige cada día más que todos nos pongamos las pilas.
Caminar hacia la planificación
financiera suena como lo más coherente, y esto es aplicable tanto para las
familias como para fundaciones culturales, ONGs o la frutería que hemos abierto
en el primer párrafo. En este punto cabe destacar el papel de las EAFI, Empresa
de Asesoramiento Financiero Independiente, cuyo mayor valor añadido es esa
última 'I' de independencia. El asesoramiento en España crece con fuerza, y eso
es porque cada vez más gente dispone de cultura financiera para atreverse a
comparar, preguntar y conocer mejor los productos que contratan en cada etapa
de su vida.
Pero, ¿por qué motivos es
importante tener una visión global o total del patrimonio de un inversor? Pues
básicamente, para evitar desequilibrios entre nuestro patrimonio a corto o
largo plazo, incluso para evitar quedarnos sin liquidez. Y para poder ajustarnos mejor al perfil de
riesgo que cada persona es capaz de asumir. Y cuando hablamos de cultura
financiera por fuerza tenemos que hablar de educación financiera.
Para ello debemos tener en cuenta
un documento pionero para la cultura financiera en nuestro país, el Plan de
Educación Financiera 2008-2013 elaborado entre la CNMV y el Banco de España, y
al que posteriormente se sumaron otros organismos de la Administración Central.
Y a nivel internacional, destaca la labor de la OCDE, con su impulso de la
International Network on Financial Education (INFE), el Comité de Expertos de
la Comisión Europea e incluso del propio G-20.
Por lo que respecta al plan
español, se actualizó con el Plan de Educación Financiera 2013-2017 que deberá
ser renovado el año que viene y que se marcó como objetivo general mejorar la
cultura financiera de la población, a fin de que los ciudadanos estén en
condiciones de afrontar el nuevo contexto financiero con suficiente confianza.
En definitiva, hablar de cultura
financiera es hablar de dotar de más herramientas a la ciudadanía para que
pueda defender mejor sus intereses y para poder aprovechar mejor las
posibilidades que el mercado financiero le ofrece.